COnsultas SOBRE EDUCACIÓN EMOCIONAL

Es muy necesario. El desarrollo de la competencias emocionales es un proceso que debería iniciarse con el nacimiento en la familia, estar presente a lo largo de toda la escolaridad de la educación infantil, primaria, secundaria, formación profesional, educación superior, formación en las empresas y a lo largo de toda la vida. Este “enfoque del ciclo vital” es consecuencia de la dificultad que tiene desarrollar estas competencias y
por otra parte de hecho de que en cada etapa de la vida se viven emociones específicas.

Por ejemplo, una persona adulta se puede encontrar con situaciones inesperadas de ser despedido del trabajo, estar en el paro, perder alguna persona querida, estar en situación de separación o divorcio, dejar el empleo por jubilación, tomar conciencia de la pérdida de facultades como consecuencia de la edad, etc. Todo esto es fuente de emociones que pueden perturbar nuestra vida. La educación emocional se propone reducir situaciones de
ansiedad, estrés, depresión, suicidios, etc. Es por lo tanto una prevención inespecífica a través del desarrollo de competencias.

La literatura romántica refleja las pasiones de las personas. Sí que es cierto que ciertas pasiones representan emociones intensas que nos hacen sentir vivos. Pero, tal como hemos dicho, hay pasiones que nos pueden amargar la vida. Al hablar de emociones y de pasiones entramos en la complejidad. Respuestas simples no se ajustan a la realidad. Muchas veces la respuesta es sí para unas pasiones y no para otras. El reto está en saber distinguir unas de otras y conocer cuál es el comportamiento apropiado en cada una de ellas. Esto tiene que ver con la inteligencia emocional.

La pasión es una experiencia emocional que se puede definir como una respuesta emocional muy fuerte. La semántica proviene del latin, patior, que significa sufrir pasivamente, sin poder hacer nada para evitarlo. Las pasiones han sido uno de los temas preferidos en la literatura clásica, desde los griegos, Sófocles, Esquilo y Eurípides (en obras como Medea, Fedra, Orestes, Edipo, etc.) pasando por Shakespeare (El rey Lear, Titus Andrónico) y por toda la literatura universal. Conviene tener presente que antes se utilizaba pasión en lugar de lo que hoy denominamos emociones. Esto explica que Pascal escribió Traité des passions (Tratado de las pasiones), que probablemente hoy denominaría Tratado de las emociones. El considerar las pasiones como algo que no queda más remedio que sufrir pasivamente contiene una idea de imposibilidad de regulación de las emociones. Hoy sabemos que esto no es así: las emociones se pueden regular, cambiar, alargar, acortar, gestionar.

En sentido clásico, las emociones tenían una connotación negativa, algo peligroso. Este es el sentido que pude tener la expresión “la pasión de Cristo”, La pasión según San Mateo.

Actualmente, el marco de las emociones es más amplio que las pasiones. Sabemos que las emociones ejercen una función importante y necesaria para la adaptación al contexto y que pueden ser positivas (alegría, humor, amor, compasión, bienestar emocional) o negativas (miedo, ira, tristeza, ansiedad, angustia).

A cuanta más juventud más impulsividad emocional y por lo tanto más intensas pueden ser las emociones (pasiones). A medida que avanzamos en la edad, las emociones tienden a ser más suaves (menor activación) y por lo tanto somos menos pasionales. En la adolescencia y la juventud se viven emociones muy intensas. Se tiene la sensación de que no se pueden regular de forma apropiada. En las personas maduras y en la senectud, la vivencia emocional pasional tiende a disminuir muy considerablemente.